sábado, 11 de abril de 2015

¿A QUÉ PAZ ES A LA QUE LE ESTAMOS APOSTANDO?

¿A QUÉ PAZ ES A LA QUE LE  ESTAMOS APOSTANDO?
Jorge Jaime Espalza[1]
twitter: @jorgejaimee
Skype: jorge.jaime.espalza
http://jorgejaimee.blogspot.com/

¿A Qué paz es a la que le  estamos apostando?, ésta es la pregunta que me asalta desde hace ya un tiempo, y me asalta como analista, como académico, pero sobre todo como ciudadano colombiano, que ad portas de la firma de un acuerdo con las guerrillas de las FARC, no se vislumbran decisiones o acciones fácticas que posibiliten en un mediano plazo, la consolidación de una Paz Estable, Duradera y Sostenible

Antes de plantear mi inquietud quiero hacer una claridad,  ya que en este país, quien apoye el proceso de diálogo es santista y quien no, es uribista, y en mi caso la única afiliación es la de colombiano, y mi única motivación y fin ulterior es la de poder legarle a mi hija un mundo, un país, un entorno en ausencia de la guerra, dicho esto sigamos.

Creo firmemente en que es necesario buscar salidas políticas, dialogadas, distintas a las balas a nuestro conflicto, pero veo con gran preocupación lo superfluo del proceso de diálogo, y con esto no quiero decir que los temas que se están abordando en la Habana sean irrelevantes, de ninguna manera, sino que estos aunque importantes, son las consecuencias y no las causas del nuestro conflicto es decir la exclusión social y política, la desigualdad y dinámicas perversas de  pobreza,  en este orden de ideas, este proceso no es en el estricto sentido de la palabra, RADICAL[2], pues no va a la raíz del problema, y en este sentido las acciones encaminadas a la Consolidación una Paz  estable, duradera y sostenible en Colombia,  si bien no pueden ser inmediatas, si deben ser RADICALES.

Sin duda un tema tan complejo y sensible como la PAZ no tiene soluciones mágicas  fórmulas univocas, por el contrario, pero  consolidar un escenario de paz en Colombia, necesita como presupuestos mínimos una disposición real y una gran capacidad de respuesta efectiva (no discursiva) a las adversidades y los retos que impone la necesidad histórica de legar a nuestros hijos un país sin guerra; en este orden de ideas la experiencia y la historia mismas nos muestra que No es con una hueca retórica de cambio, que se logrará la PAZ,  el mejor vehículo para llegar consolidar un escenario de Paz, y de eso no me cabe la menor duda, es una Política Social Efectiva, Justa, Equitativa y sobre todo Socialmente Responsable, que pueda pagar, sanar la deuda histórica que este país tiene con los excluidos, marginados, con los pobres, con los indígenas, con los negros, con los y las jóvenes, y es ahí precisamente donde comienza a crecer mi preocupación, pues las acciones desde el gobiernos, no solo este, pero en particular este, no responden desde la política pública a pagar esa deuda histórica, y por el contrario con algunas decisiones o no decisiones, profundizan la cada vez más marcada diferencia entre los que más tienen y los que menos tienen.

Como toda interpretación tiende a la evidencia, sin permitirme caer en la casuística, si quiero presentar algunos aspectos de nuestra política social.

Una política pública seria, justa, equitativa y socialmente responsable, que en realidad responda a los retos que nos impone la historia de construir una paz Estable, Duradera y Sostenible en Colombia, pasa por revisar el modelo económico, rehacer la política social en aspectos tan sensibles como el empleo, la educación y la salud, ajustar la política fiscal y tributaria, todo esto con un racero equidad y justicia social.  La pregunta es entonces si ¿este o el siguiente gobierno está dispuesto a hacer cambios radicales como requisito mínimos para la paz?, esto es imperativo si no queremos quedarnos en la retórica de la paz.

Comencemos por lo que a mi parecer es lo más contundente y necesario revisar, el Modelo Económico, pero ¿Qué es el Modelo Económico?, el modelo económico no es otra cosa que las reglas de juego que un Estado adopta para manejar la economía como base del desarrollo, claro está desde una postura economicista del desarrollo,  es decir crecimiento económico es igual a desarrollo, pues esta formula en Colombia no funcionó, o al menos no para generar desarrollo social con equidad, sirvió para mostrar crecimiento económico en una lógica de acumulación y generación de capital, ojo de capital, no de riqueza, sea dicho de paso que esta acumulación de capital se dio a expensas de estrangular el bolsillo de los más pobres.

Colombia asumió desde mucho antes de 1991, y fue ratificado y perfeccionado en la constitución de 1991, un modelo económico de corte neoliberal y libre mercado, y ¿qué es eso?, pues que se asume que el mercado es el mejor asignador de bienestar, es decir que deja en manos de los privados el acceso a los derechos en forma de prestación servicios, (y es distinto un derecho a un servicio) y el Estado se limita a configurar las condiciones para que el mercado funcione y todo pueda ser un muy buen negocio, esta fórmula ha resultado buena para fortalecer las lógicas de acumulación de capital, pero ha sido un cáncer en la política social, y que ha agudizado a punto de lo perverso, nefasto e inhumano la realidad de temas como la salud, la educación, el empleo, la política fiscal, entre otros aspectos. En Colombia es evidente el contraste entre los indicadores macro económicos y los indicadores sociales, por eso si queremos ser radicales y atender a las causas de nuestro conflicto es “impajaritable” revisar la matriz o modelo económico, y con esto no estoy hablando de comunismo o socialismo, estoy hablando de un Estado Social de Derechos al derecho, donde los derechos sean derechos y no servicios brindados por privados.

Lo anterior explica porque en un país tan rico hay tanta pobreza,  pues sencillo, que por cuenta de las decisiones de políticas del estado, los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez más pobres por la misma razón.

Para resumir la cosa, tenemos una política social al servicio los intereses económicos, y eso NO GENERA igualdad, equidad y justicia social, el reto es entonces ¿cómo avanzar en una política pública efectiva, equitativa, justa y que sea socialmente responsable?, he ahí el punto de construir una paz sostenible y duradera, estamos dispuestos como nación, como Estado y como sociedad (y esto incluye especialmente los sectores económicos del país, históricamente favorecidos por el modelo) a hacer una re-ingeniería social, política y económica que sea la base de la tan anhelada paz.

La historia nos ha mostrado en distintos momentos que si hay algo difícil de cambiar es el modelo económico y no es que no se pueda pero es necesario tener un acérrima voluntad política real, y acá no se ve aun,  muestra de esto es la postura desde el gobierno cuando para mantener la confianza inversionista, reitera una y otra vez que “no negociamos el modelo económico”,  estoy de acuerdo en que no es con las guerrillas que se tiene que negociar el modelo económico o la política agraria y menos la política social, no, esto se debe acordar con la sociedad en su conjunto, pero antecedentes como el acuerdo de Chicoral para mantener y fortalecer el latifundio, el acuerdo bipartidista previo a la asamblea nacional constituyente de 1991 que no quiso ajustar el modelo económico[3], nos muestran otra cosa, esa es una muy mala señal.

Ya para concluir, me permito sugerir algunas acciones radicales para avanzar en una política pública efectiva, equitativa, justa y que sea socialmente responsable, que aporten a consolidar un escenario de paz estable y duradera.

1.      Cambio del móldelo económico: El Estado no puede seguir siendo el  configurador de las condiciones del mercado, el Estado debe asumir desde la perspectiva de un estado de derechos, la garantía de los derechos, esto implica un cambio del modelo económico, para que el  Estado  y no el mercado como pasa actualmente, garantice el acceso en condiciones de igualdad, efectividad y calidad  y sobre todo dignidad en el goce efectivo de los derechos a la salud, la educación, entre otros.
2.      Una educación pública, de calidad y con equidad en el acceso en todos los niveles, como presupuesto para la paz, lo que implica entre otras acciones garantizar la financiación de la educación pública.
3.   Una salud humana, que no sea un negocio perverso donde la vida vale menos que un procedimiento, un medicamento o una atención oportuna.
4.  Una política laboral digna: que garantice los derechos y no la flexibilización laboral promovida desde el mismo Estado, que permite a los empleadores (públicos y Privados) evadir responsabilidades de prestaciones sociales en detrimento de los trabajadores.
5.      Una política de tierras o reforma agraria: sería, responsable y acompañada de una política de estímulo a desarrollo rural del pequeño y mediano campesino, los indígenas y las comunidades negras.
6.      Una reforma tributaria estructural.  Una política fiscal y tributaria más progresiva y menos regresiva,  es decir que el que más tiene más pague ej. Impuesto al patrimonio o a las utilidades y menos impuestos regresivos como el IVA.
7.      Y finalmente una reingeniería del Estado: que lo haga efectivo, eficaz y eficiente, que lleve a la corrupción si no a cero, si a “niveles razonables” pues acá ya rayamos con lo perverso.

Estas acciones radicales no serían las únicas necesarias para construir la paz que todos o al menos la mayoría queremos, pero reitero, son imprescindibles y que tendríamos que asumir si en verdad queremos superar el conflicto y poder no solo hablar de paz sino construirla. Este no es un proceso fácil y mucho menos inmediato pero sin duda imprescindible en la tarea de construir la paz, ahora bueno ¿hasta dónde estamos dispuesto como Estado, como gobierno y como sociedad a cambiar nuestra cultura política y el ejercicio de ciudadanía?, ¿Qué tantos estamos dispuestos a hacer estos cambios radicales?  De la respuesta a esta pregunta dependerá el tipo de paz queremos construir,  este es el reto de los gobiernos y en especial de este, si quiere pasar a la historia como el gobierno que firmó unos acuerdos con un grupo armado, o el gobierno que la aposto a construir una paz Estable, Duradera y Sostenible en Colombia.  

Después de esto solo me queda pedirle al gobierno que haga un gesto humanitario como muestra voluntad de paz, especialmente en el tema de la salud, ¿cuántos muertos más necesitamos para que nos entender y aceptar que el sistema es fratricida, nefasto e inhumano, que un ajuste retórico como la ley estatutaria de la salud, en nada cambia la realidad, no es la solución y que mientras la reforma busque mantener el negocio lo único que va a cambiar es el marco legal de los muertos, igual muertos por la perversidad del sistema de salud.



[1] Consultor en Participación y Planeación Participativa.
Sociólogo, Esp. en Análisis de Políticas Públicas - Universidad Nacional de Colombia.
[2] el uso de las frases “cambio radical” y “cambios radicales” en este texto, no hace referencia en ningún sentido al partido,  su usó alude al estricto sentido etimológico de la frase radical.  
[3] Por el contrario fortaleció el modelo neoliberal como paradigma del papel del Estado.